lunes, 13 de julio de 2009

VIHDAS POSITIVAS



siempre asisto a una cita al hospital en compañía de alguno de mis hermanos, en esta oportunidad no fue la excepción, con mi hermana fuimos la hospital citado por la enfermera que sigue mi control de adaptación a las medicinas, para que vea cómo va respondiendo mi sistema inmunológico a los medicamentos.

Anderson el chico enfermero que siempre nos atiende amablemente, nos pidió que esperemos unos minutos para pasar consulta. Entonces esperamos. Al principio estábamos únicamente mi hermana y yo, pero mientras iban pasando los minutos empezaban a llegar otros pacientes, eso me puso algo impaciente, algo incómodo, nervioso, no deseaba ser sociable con nadie, y tener que saludar, ya saben, al principio cuesta asimilarlo y eso me impedía siquiera mirarles la cara, no movía la cabeza para ningún lado, pero algunos de ellos, quizás los que ya llevaban algún tiempo en el tratamiento, me hacían el saludo muy natural, al menos así lo sentía.

Para distraerme, tomé una revista de la mesita de centro, por más que intentaba leerlo no podía hacerlo, me pasé mirando las fotos de la revista que por cierto eran imágenes de las pinturas de Cristian Bendayán, muy coloridos todos, eso lograba distraerme, pero aún seguía sintiéndome incómodo, me costaba estar ahí en esa sala esperando mi turno.
Por fin, Anderson se nos acerca y nos pide nuestros nombres para pasar de uno a uno al control, dos señoras y yo dimos nuestros nombres completos, los otros se limitaron a dar números, 88, 63, 54, 22 y así, luego capté, eran códigos que les identificaban, código que aún yo no tenía, dentro de poco también seré un número.

Una de las señoras que estaban sentadas a mi lado, me pregunta por mi edad, yo le digo que tengo 18 años, eres muy joven - me dice, si pues, estoy joven y de qué me sirve serlo si estoy enfermo. Ella me dice que me sirve de mucho, que cuanto más jóven inicié el tratamiento será mucho mejor para mi, ella vive con el virus hace doce años, y gracias al tratamiento aún está sana, tiene dos hijos que no están infectados y su esposo ya falleció con este mal. La otra señora se nos une a la conversación, también se atreve a contarme su experiencia, dice que tiene 39 años, pero su contextura le hace de ver como una chica de doce, por vergüenza ella recién se atrevió a hacerse el examen, en realidad ya lo sabía, su esposo falleció hace ocho años atrás, también infectado, y que ahora le asusta morir, porque no quiere dejar a sus dos hijos.

en ese momento, me habría gustado ofrecerle mi vida, o lo que queda de él, porque la mía también está mal, también estoy enfermo, también tengo que luchar por mí.

esa mágica mañana, conocí a esas dos hermosas señoras que en algún modo me ayudaron, escuché sus historias, historias que me inyectaron energía para seguir, para iniciar a ver por mí, por mi salud, y como dice una amiga, "son sólo resultados, nada más".

C D 4

  La primera vez que le presté importancia a las células CD4, fue a los 17 años cuando me diagnosticaron el VIH. Desde entonces y hasta...