sábado, 5 de septiembre de 2009

MAL NECESARIO

Tengo una laptop frente de mí. Tengo las manos temblorosas y un dolor de cabeza insoportable. Estoy en una cama, todo abatido, con muchas ganas de vivir. Pero sin las fuerzas necesarias para hacerlo. Porque tenemos que entender que uno son ganas y otra cosa es tener fuerza. Si no se tiene fuerza en el cuerpo, usemos la fuerza de la cabeza. Pero cuando esta bendita mareacion invade lo poco de fuerza que me queda en mi cabeza, trato de usar la fuerza de mi corazón. Aunque es poco. Pero creo que es lo necesario para escribir y sentirme vivo.

Son pocos días que estoy tomando el tratamiento antirretrovirales. Son seis pastillas diarias que debo tomar. Tres isoniamicidas a las seis de la mañana; un duovir a las ocho de la mañana, y luego otro duovir a las ochos de la noche. Y por último, para cerrar la jornada lucha del día; tomar el más terrible, el que me deja sin unas gotas de lágrimas cuando intento llorar molesto; es tomar a las diez de la noche un efevirenz. Para luego intentar dormir.

Cada uno con un efecto diferente. Uno más fuerte que el otro. Pero ahí estamos. Luchando a diario. Y digo que estamos luchando porque no estoy solo. Nunca estoy solo. Es mas, no quiero estar solo.

Antes, la soledad era una de mis mejores terapias, amaba la soledad. Era ahí, cuando intentaba conocerme un poco más. Pero ahora, es la que más miedo me da. Ya no la necesito.

Y si ahora estoy escribiendo, es porque uno de mis ángeles me lo ha pedido. Dice que escribir es bueno. Es una excelente terapia contra cualquier dolor. Y para ser franco, creo que es cierto; estoy alucinando que se están yendo los dolores justo ahora.

De rato en rato mi ángel regresa y me dice: “escriba. Tienes que escribir. No solo llores. También debes dejar salir las palabras. Esas palabras acumuladas en tu estomago, en tu cabeza, en tu corazón”

Es cierto, tengo tantas cosas que decir. Pero lo único que se me ocurre ahora, es pedir un caramelo, si es de sabor ácido o de fresa dulce, sería mejor. Porque tengo la boca amarga por las pastillas. Porque mi saliva esta tan agria que si esputaría al pasto, mataría hasta a la mala hierba que se niega a morir.

Estoy consiente que estos efectos de las pastillas por mucho duraran quince días y luego se marcharan o estarán hasta que mi cuerpo logre acostumbrarse. Y entonces volveré a sentirme igual que antes y volveré a hacer las cosas con total normalidad. Pero no saben que dolor se siente por ahora soportar todo esto. Que desesperante es resistir.

Pero que suerte que tengo, que solo sienta fuertes dolores de cabeza y dolores de estómago y no tener heridas en el cuerpo, nada de alergias, nada de llagas, Que suerte.

No se si es de cobardes o de valientes contar esto. Lo cierto es que me esta haciendo bien. Me esta despojando literalmente de algunos dolores. Es que necesito que me entiendan. Que me lean. Que escuchen. Un momento de placer, nos puede fregar toda la vida; unos minutos de rebeldía, nos pueden pesar por el resto de nuestra existencia.

No todo los días se tiene VIH. No es de todos los días esto; solo te contagias una vez, pero si es para siempre. Excúsenme si exagero. Pero tengo un poquito de miedo.

C D 4

  La primera vez que le presté importancia a las células CD4, fue a los 17 años cuando me diagnosticaron el VIH. Desde entonces y hasta...