domingo, 29 de noviembre de 2009

CUANDO ERA NIÑO . . .


Aunque no quieras ¡vive la vida! que para eso está, y si no te gusta ¡síguela viviendo! que ya llegará algo mejor.



Tenía siete años. Nos acabábamos de cambiar de casa. Fuimos a vivir cerca de la única posta de salud allá en ese pueblo. Todos los días para ir a comprar era necesario pasar por ahí. Como desde muy niño me atraía todo lo que tiene que ver con salud. Ya sea física o mental. Me parecía interesante poder entrar a la posta sin que nadie me viera. Pues tiene una vibra escalofriante que me llama mucho la atención.
Una mañana cuando pasaba cerca de la posta, escuché gritos horrorosos que a cualquier niño de esa edad asustaría tremendamente. Pero a mí no, en vez de temor me lleno de curiosidad. Así que a paso lento como un duendecito me acerqué hacia el cuarto de donde provenían los gritos. Al percatarme que no había nadie en la posta, ni un enfermero, ni el médico me asome más y más al cuarto. A medida que me iba acercando los gritos eran con más intensidad.
Cuando logré dar con la habitación me paré en la puerta y lo que ahí vi, fue una imagen que me marco de por vida. Quizás logre ver a mis cortos siete años mi propio porvenir.
Al costado del cuarto había una camilla con un agujero casi al centro. Ahí estaba un hombre echado desnudo y muy muy flaco, parecía un muerto viviente un esqueleto. En dirección del agujero había un balde en donde el pobre hombre defecaba y lo que botaba era imparable, no lo podía dominar así que el balde estaba lleno y sus eses se derramaban por el suelo. El intentaba gritar lo más fuerte posible, a pesar que los trabajadores de la posta lo escuchaban nadie quería acercarse a el, porque apestaba horrible, olía como a viseras en descomposición. Yo paralizado y seguro sin parpadear, estaba desconcertado, asustado, jamás vi algo así.
El hombre al percatarse de mi presencia, gira su cabeza hacia mi, pude ver sus ojos llorosos y muy salidos desorbitados; extendió sus manos y me dijo: “tu eres mi ángel? Estas viniendo por mi? Ya no aguanto más. . .! ya llévame . . .!”
No sabia que hacer. Cuando estaba a punto de gritar por la impresión. Siento unas manos que me cogen por la espalda. Era un enfermero que me había tomado en sus brazos. Para ese entonces yo ya estaba llorando.
El enfermero me llevo a mi casa y le cuento todo a mi mami. Pero yo no paraba de llorar. Me había asustado mucho que esa noche no pude dormir.

Al día siguiente. Ya un poquito calmado. Me atreví a preguntar a mamá acerca del hombre que vi. Porqué esta tan flaco? Que enfermedad tienen?
Mi mami tan moderna sin ningún remordimiento me dijo a secas: tiene SIDA.
No pregunte que significaba eso. Pero en mi inocencia presentía que se trataba de una enfermedad muy mala.
El hombre murió y fue velado por unos cuantos borrachos en una chocita aislado del pueblo. Me consta, porque le pedí a mi mami que me lleve a verle.
Era triste. Mami sin conocerle al hombre se quebró en llanto y yo con ella. Lloramos juntos de pura pena y lástima.
Es por eso que me limito por ahora a contarle mi situación a la mujer que me alumbro y que espera mucho de mí.
Debe ser la peor noticia que un hijo nos pueda dar.

4 comentarios:

  1. A ti no te pasarà lo ke le paso a ese hombre...
    Tienes ke ser muy fuerte...
    y cuidarte mcuho...
    Un abrazo hermano... A veces hay coas ke no s olvidan.. yo lo se.. pero es mejor recorfar las cosas mas bonitas :)

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  2. se que todas las cosas buenas o malas que en futuro me lleguen a pasar sera por que yo lo quise asì. esta enfermedad de hiso un pequeño dios. porque ahora mi vida depende en su mayoria de mi. hare todo lo posible para no terminar como ese hombre.

    gracias

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  3. Ten calma, y paciencia, que aún no te ha sucedido eso, aprovecha el tiempo que tienes. =)

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